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Vicente Nomdedeu: "La cerámica crece, pero la rentabilidad no va al mismo ritmo"

19.05.2021 09:57


Lidera la patronal que representa a los fabricantes de cerámica. Un sector que ha mantenido el tipo durante esta crisis, pero que teme por los costes medioambientales y la falta de entendimiento de una parte de la Administración.

Más de 15.000 empleados del sector están pendientes del convenio colectivo. Las negociaciones parece que no avanzan. ¿Tan insalvables son las posiciones entre patronal y sindicatos?

No lo son. Como siempre, llegaremos a un entendimiento positivo para ambas partes, pero los ritmos son los que son. Hemos empezado realmente en el mes de marzo. Sería un éxito cerrar todo en menos de tres meses. Hay cosas que queremos conseguir, y queremos que la gente entienda que ante la situación de incertidumbre, la moderación salarial es importante y estamos dispuestos a que haya esos incrementos moderados a cambio de que los plazos sean largos, de 3-4 años, y que de alguna forma haya por su parte una forma de conseguir flexibilidad en los horarios, la organización, no reducir más las horas de trabajo. Hay algunos flecos más que seguramente aparecerán, pero al final el núcleo fundamental es este. 

¿Cómo influye el panorama económico en esta negociación?

La situación actual es más dispar que nunca. En la última crisis una herramienta para combatirla fue que el convenio era un marco, pero las negociaciones empresariales eran muy importantes. En cada empresa las cosas funcionan de forma distinta. Pero creo que no sea complicado tener un acuerdo. 

Los datos de producción y exportación son favorables, pero usted siempre se posiciona con mucha cautela. ¿Qué problemas tienen las empresas que las grandes cifras no muestran?

Desde hace cinco años detectamos que los datos de crecimiento son desiguales. Cuando decimos que el sector crece, significa que unos crecen mucho y otros bajan mucho. Igual que decimos que el año pasado se subió en un 2,3% también hay que decir que la previsión de crecimiento era del 7%. También está en nuestros informes que la rentabilidad de las empresas, el Ebitda, cae o no crece al ritmo que había en tiempos de boom. El 38% de las empresas ha reducido su Ebitda a nivel monetario en el 2020, y el 19% ha tenido una caída mayor al 20% respecto al 2019. También hay empresas con un alto endeudamiento. Los créditos ICO han aliviado la situación, pero ese dinero hay que devolverlo. Si la rentabilidad es baja la devolución de los préstamos no está asegurada, con el consiguiente riesgo de insolvencia. 

¿Cómo les afecta el incremento de costes de producción?

El mayor caballo de batalla que tenemos es el impuesto revolucionario de los pagos por emisiones de CO2. Ya estamos en 52 euros por tonelada emitida. La semana pasada en 50, cuando el pasado año por estas fechas estuvo en 25 euros. Si no baja entraremos en barrena, con el peligro de que lleguemos a final de año a los 60 euros. Un incremento que supera el 50% sobre el 2020. Eso es un castigo brutal para las cuentas de explotación. En el 2019 equivalía al 9% de nuestros impuestos, pero puede que este año paguemos con el 27% del beneficio neto. Luego está es la cogeneración. Transición Ecológica nos sigue poniendo en la bolsa de cogeneraciones normales, una cuestión que ya comprenden en el Ministerio de Industria, pero no en el área de medio ambiente, que es la que lleva la batuta. Nos ponen que nuestra cogeneración es como la de las empresas eléctricas, por lo que se van a cerrar. Una ventaja que teníamos para competir, no la podemos tener. 

¿Proponen un cambio en la manera de gestionar los derechos de emisión de CO2?

El CO2 es objeto de un brutal movimiento especulativo, porque no solo compran los productores y los que necesitan adquirir derechos de emisión. Entran fondos, los especuladores y actúan a medida que hay movimientos. Cada vez es más problema porque hay menos asignaciones gratuitas. Hay que salir a comprar y a medida que creces en producción se necesitan más derechos, por lo que hay que pagar mucho más. De la mano de los fabricantes italianos y españoles tenemos una mesa de trabajo común y queremos acudir a Bruselas. Además, proponemos que el dinero por emisiones lo invirtamos nosotros. Si en vez de desembolsar esas cantidades cuyo destino no conocemos lo destinamos para mejora del medio ambiente, es fácil demostrar que las inversiones se han hecho. 

¿Han conseguido que Transición Ecológica sea consciente de las reivindicaciones de la cerámica? Hay receptividad por parte de Industria pero no tanto por el ministerio de Teresa Ribera.

Hemos encontrado por fin una vía para establecer una mesa de trabajo. En la última visita de la ministra de Industria a Castellón estuvimos hablando del tema. Ella es consciente de que esa mesa se tiene que hacer, y está más cerca que hace un mes. Se debe montar porque dependemos de los dos ministerios, y muchas cosas importantes dependen de Transición Ecológica. También tenemos que entender que hoy los políticos están más en política que en economía y sanidad, aunque digan lo contrario. Creemos que siguen sin darle la importancia a la industria que se merece. 

¿Qué proponen para la descarbonización del sector?

Somos los primeros que creemos que tenemos que evolucionar a un medio ambiente favorable para todos. En emisiones de CO2 desde 1985 hasta ahora hemos reducido el 52%. No hemos dejado de hacer cosas, y lo hemos hecho por iniciativa propia, sin normas de las administraciones de por medio. Queremos hacer eso pero a la vez que nuestros sectores sean eficientes y competitivos. La gente está enfocada a lo verde, al cambio, el año 2050, pero no tanto al día de hoy. Para llegar al 50 hay que llegar al 35, y al 25. El día a día creemos que es importante

Son muchos los sectores de todo el país que solicitan planes a financiar con fondos europeos. ¿La cerámica estará dentro?

Hasta ahora el clúster ha participado hasta en 11 manifestaciones de interés, con el fin de conseguir fondos para materializar los proyectos estratégicos que el sector necesita para la transformación de la industria cerámica . A esto se unen las de empresas que se han aliado con empresas de otros sectores, y también aquellas que presentan terceros, y nosotros estamos como colaboradores. Nosotros como consumidores de energía somos un cliente apetitoso. Si el hidrógeno, dentro de 50 años, funciona, porque hasta ahora es más caro que el gas y hay retos técnicos a resolver, el que esté vendiendo hidrógeno necesitará clientes. 

¿Pero habrá receptividad por parte del Gobierno? 

Creo que los proyectos transversales están mejor situados, así como aquellos influenciados por la política, como la automoción, que irá a Cataluña. El otro problema es que no se sabe cómo se va a instrumentar. Cuando hay tantas incógnitas, decir que podemos tener uno, sería un atrevimiento. Podemos ser merecedores, somos un sector con mucha repercusión en la provincia, también en la Comunitat y a nivel nacional, ya que en el 2019 restamos el 8% de déficit en la balanza comercial, con 2.720 millones. Deberíamos tenerlo, pero no lo tenemos tan claro.

¿Le preocupa un aumento de los impuestos?

Sería otro palo. La cuenta de explotación se resiente, pero no puedes repercutirlo en los precios. Como luchamos con competidores externos cada vez más especializados y competitivos tenemos cada vez más problemas. España no está para perder un sector de este tipo, que tiene un 80% de personal fijo. Más que los funcionarios. Si por los impuestos le quitas a la gente que va a comprar azulejo oportunidades de mover su dinero, se resiente la industria. Lo que pediría a la Administración primero es que ajusten los costes y no tendrán tanta necesidad de subir ingresos. Si nos quedamos sin empresas y con más gente desempleada, tampoco podrán aumentar los ingresos.

¿Qué futuro piden para Feria Valencia en su proceso de cambio, y cómo debería ser Cevisama?

Tienen que analizar la situación y gestionar el cambio que seguro que aparecerá a través de la innovación y tener ideas. En cuanto al modelo económico, nos hemos puesto a su disposición para opinar y sumar . Sobre el modelo jurídico nos gustaría que los políticos tomaran una decisión, porque hay una incertidumbre. En cuanto a Cevisama, las ferias siguen siendo una herramienta, posiblemente la más importante tanto en marketing como en comercialización. Habrá que ver cómo adecuar la herramienta a la realidad más necesaria, entre presencial y virtual, pero seguramente puede haber más opciones. Cuando antes vuelvan las ferias antes se recuperará el contacto directo entre expositores y visitantes. Eso sí, el coronavirus ha acelerado este cambio de modelo y proceso y crear nuevas necesidades.

¿La concentración empresarial es imparable?

Es algo que viene de lejos. Cuando más maduro es un sector más lo necesita. Se crea una economía de escala para ser más eficientes y productivos. Puede ser por la llegada de fondos o por inversiones familiares o por inversiones industriales. Más allá de eso, la capacidad de negociación del tamaño te anima a hacer esto. La capacidad de inversión es fundamental, necesitamos invertir mucho cada año si queremos crecer. También pasa en sectores maduros, como la automoción o la alimentación. Incluso en cultivos agrícolas. La dimensión es necesaria para defenderse ante un mundo tan competitivo y ante actores tan grandes fuera de aquí. Todo esto se frenaría si la situación convirtiese a la cerámica en una opción poco atractiva para el inversor externo. Pero de momento lo es.

Exportan las tres cuartas partes de lo que fabrican. ¿Qué zonas del mundo tienen mejor comportamiento y qué mercados muestran agotamiento?

Nuestros diez principales mercados no han variado, pero los cinco primeros sí, al meterse Marruecos por Alemania. Pero eso es circunstancial. Lo lógico es que los mercados estratégicos estén cerca de nosotros. Cuanto más lejos, más suben los costes del transporte. Eso no excluye que hoy en día tengamos mucho mercado en Estados Unidos, que acabó el 2020 siendo el primero.

Lo trabajamos junto a Canadá. El 25% de la producción se vende en España, el 75% fuera. De ese 75% el 50% está en Europa, el 10-12% entre EEUU y Canadá, y el resto se reparte por el mundo. En los países del Golfo la perspectiva es vender más. Seguiremos creciendo en EEUU y Canadá y logramos vender más que Italia, gracias a las normas antidumping contra China. En cuanto a Inglaterra siguen los terceros, y aunque ha habido una bajada del 3% siempre ha sido un país estratégico y espero que este año crezca también. Al igual que Francia. Y creceremos en España, porque el pasado año bajó y esperamos que suba.

¿Cómo activar esa venta en nuestras propias fronteras?

Hemos pedido medidas como rehabilitaciones de viviendas. La palanca que movemos es la construcción, y es una palanca de arranque y un motor de transformación tremendo. Incluso la automoción mejora si hay una mejora de la construcción. Con las reformas sería factible.

¿Qué necesidades tienen en materia de formación?

Lo primero que hace falta es que la cultura de la administración cambie. Las empresas se enfocan a los clientes y los resultados. La administración no tanto. Cada día se escapa talento de España, y sin embargo gente bien formada entra en nuestra industria enseguida. Hace falta capacidad en todos los niveles, incluso de aquellos oficios que aún no sabemos que existirán, con la industria 4.0. Hay que manejarse más en lo no presencial, en los datos, la digitalización.

El cliente es el que te obliga a innovar, el consumidor te dice cómo serán mis órdenes de producción, las tendencias e innovación. El 4.0 acaba al final de la cadena. Y también tenemos la necesidad de cambiar la manera de hacer la labor de colocador. Nuestros distribuidores han pasado por ello, igual que los proveedores. Todos se hacen grandes, pero ese proceso está igual. Tenemos un proyecto con varias acciones para saber cómo dar un cambio en esta parte.

Y nos hace falta gente en todas partes, buenos jefes de operaciones, directores de marketing, gerentes, y que los gestores sean cosmopolitas, estén informados y hablen idiomas, porque la competencia está fuera de aquí. Europa produce menos del 10% del azulejo del mundo. Hace 40 años, el 80%. Hay que adaptarse, y esto lo pedimos a la Administración.