MADRID. El pasado verano, el Ayuntamiento de Barcelona levantó en el distrito de Sants-Montjuïc un bloque de nueve plantas de las que ocho habían sido hechas con módulos prefabricados, 48 en concreto. Tardaron apenas 10 días en colocarlos, para sorpresa de muchos vecinos y curiosos. Desde que se encargaron los módulos a que se entreguen los 40 apartamentos de alquiler público pasarán solo 18 meses, la mitad del tiempo que hubieran tardado si se hubieran construido con el método convencional.
Es precisamente este factor, la rapidez en los plazos, que en el caso de viviendas unifamiliares ronda los cuatro-seis meses, una de las claves del auge en España de las casas prefabricadas. Su demanda crece a un ritmo del 5% anual. «El sector está creciendo de forma brutal, no damos abasto para la demanda que hay», se sincera Óscar Gómez, responsable de Rubik Homes, empresa nacida hace apenas tres años en Madrid y que ya tiene varias sedes en la península y pedidos internacionales. Solo este año han firmado 25 nuevos proyectos.
Rukik es una de las 40 empresas especializadas en viviendas industrializadas que hay en la actualidad en España, pero se espera que estas asciendan a 120 en apenas cinco años. Según los datos presentados por el sector en la última Feria Rebuild, el mercado de la arquitectura modular representa ya un 2% del total de la construcción, con previsiones de seguir aumentando hasta alcanzar el 10% de la obra nueva en 2030.
«En 2023 se calcula que se levantaron 84.000 viviendas industrializadas, por las 100.000 de 2024. Eso supone un crecimiento de más de un 5% anual», aprecia el arquitecto director del Congreso Nacional de Arquitectura Avanzada y Construcción 4.0, Ignasi Pérez, que sin duda cree que no es el futuro del sector, sino el presente, pese a la reticencia de muchos arquitectos, que consideran que se limita su creatividad: «No la limita, yo he llegado a ver la Sagrada Familia hecha con piezas de Lego».
«Es verdad que supone un cambio radical, un cambio de paradigma, pero es que el sector de la construcción es el más primitivo que existe; los sumerios ya utilizaban ladrillos para construir», recuerda el experto, que subraya que en Japón, por ejemplo, las viviendas prefabricadas son «símbolo de la mayor riqueza en la que puedes vivir». Aquí en Europa, por ejemplo, países como Países Bajos ya superan el 50% de casas industrializadas del número total de nuevas edificaciones.
Los expertos inciden mucho en diferenciar las viviendas prefabricadas de las industrializadas, porque aunque el término se suele usar indistintamente, hay diferencias sustanciales entre ellas. Las primeras suelen ser modulares, de impresión 3D. Se acaban en fábrica y se trasladan finalizadas a la parcela. Las industralizadas, 2D, están formadas, sin embargo, de diversos componentes -a modo paneles- que son elaborados en fábrica y luego se transportan por separado y se ensamblan in situ.
Ambas construcciones, que pueden ser de diferentes materiales -hormigón, piedra, acero, madera...-, deben seguir los mismos parámetros que las tradicionales. Debe haber un estudio geotécnico y topográfico, un proceso de cimentación previo y disponer de licencia urbanística o de obra y célula de habitabilidad o de primera ocupación, además de »cumplirse el código ético, que haya un arquitecto, un aparejador, un director de obra y toda la documentación correspondiente», apunta Gómez, cuya empresa recientemente levantó un resort hotelero con 25 chalets en Salou.
Por toda España proliferan no solo casas y hoteles, sino colegios, residencias universitarias y hospitales con este tipo de construcción que a priori parece una ventana de oportunidad ante la tormenta perfecta en el sector. Desde el Banco de España se calcula que faltan entre 600.000 y 700.000 viviendas para cubrir la demanda actual y el déficit acumulado, pero el sector avanza a paso de paquidermo por la falta de profesionales: desde la patronal se asegura que hacen falta 700.000 albañiles en la actualidad para poder satisfacer la demanda.
De acuerdo a un reciente informe de Mordor Intelligence, empresa de investigación de mercado, uno de cada tres trabajadores cualificados de la construcción tiene además más de 55 años, lo que hará que el sector se enfrente a «crecientes retrasos y sobrecostes» en el futuro próximo.
«Ese es el problema, la gente no quiere esperar dos años a que le empiecen su proyecto, es el plazo que están dando porque no hay mano de obra suficiente», sostiene Gómez, que incide en que este tipo de construcciones, que acortan los plazos hasta la mitad, ahorran costes, son más respetuosos con el medio ambiente y son versátiles para diversificar los proyectos residenciales, diseñándose a gusto del consumidor.
«Los prefabricados son mucho más sostenibles que las construcciones tradicionales porque al ser modulares, los materiales los pueden reutilizar. Sin embargo, el 38% de los materiales usados en las otras construcciones acaban siendo residuos. Además, son más eficientes, porque al hacerse todo en fábrica es perfecto», apostilla el arquitecto Ignasi Pérez, que tilda de «muy satisfactoria» la reciente experiencia de construcción modular de tres edificios públicos en Barcelona, un ejemplo que va a seguir Gandía, entre otras poblaciones, para el desarrollo de vivienda pública.
Otra clave en el auge de este tipo de casas es el precio, «mucho más económico», apunta Gómez. El metro cuadrado de la casa industrializada oscila entre 1.600-1.700 euros el metro cuadrado de media, muy por debajo de los 2.300-2.500 habituales, ya que se ahorra mucho en mano de obra. «Empezamos a tener universidades en Madrid muy interesadas para construir con ellas residencias de estudiantes, quieren hacerlo en tiempo récord», desvela el dueño de Rubik, cuya empresa comercializa una casa de entramado de madera de una planta con cubierta plana de 82 metros cuadrados por 131.000 euros.
Las viviendas prefabricadas, las modulares elaboradas enteras en fábrica, son aún más baratas. Amazon comercializa una, por ejemplo, de cuatro dormitorios, por menos de 7.000 euros. Tiene estructura de metal reforzado y aislamiento térmico e insonorizado.
La ventana de oportunidad para el desarrollo ágil de parque inmobiliario ha sido visto también por el Gobierno de Pedro Sánchez, que el pasado abril anunció un Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) de 1.300 millones de euros para fabricar viviendas industrializadas con fondos Next Generation.
El objetivo pasa por lograr 15.000 unidades al año y alcanzar las 20.000 a partir de la primera década. «Hay que construir más, mejor y más rápido», dijo en su presentación Sánchez, que avanzó que Valencia albergará la nueva Ciudad de la Industrialización de la Construcción -en la zona de actividades logísticas del puerto, en suelo público de Sepes-. «Por ahora», sin embargo, «no se ha concretado nada, está todo parado», señalan varias fuentes del mundo de la construcción por módulos.