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Industria

Bono: «El Gobierno no nos defiende como en Italia, pese a ser motor de empleo»

El presidente de Asebec analiza la compleja actualidad del sector

23.11.2022 09:06

Representa a una de las tres patas que conforman el clúster azulejero de Castellón. Junto a los fabricantes de baldosas y pavimentos; y a los que se dedican a la elaboración de esmaltes y fritas, las compañías de maquinaria contribuyen a que la industria cerámica española sea de las más punteras del mundo. La asociación que les representa, Asebec está de aniversario, y aunque la situación es delicada, hay que mirar al futuro. Su presidente, Juan Vicente Bono analiza la situación actual:

Asebec cumple 40 años. ¿Cómo fueron los orígenes y la evolución de la asociación?

Nuestra asociación nació en 1982, aunque ya tenía precedentes, con la maquinaria del sector agropecuario. Con la llegada de la cerámica hubo empresas que diversificaron su actividad, que fue creciendo en los años 60 y 70, hasta que en 1982 se creó Asebec, con su presidente, junta y estatutos.

¿Cómo ha transcurrido esta historia de cuatro décadas?

El primer presidente fue Jaime Domeque. Y luego entró Juan Santiago Bono, mi padre. Posteriormente fue Francisco Ortells, que estuvo 16 años, que consolidó la entidad. Más tarde entré yo en la junta como vicepresidente, y luego pasé a ser el presidente.

¿Cuál es el nivel de la maquinaria cerámica española dentro del contexto internacional?

Durante este tiempo la industria ha progresado hasta que aparece un actor, como Kerajet, con la impresión digital, que despegó en todo el mundo. Esta tecnología nos ha hecho ser los máximos exponentes, y aunque en Italia también adoptaron esta técnica, nosotros seguimos estando siempre a la vanguardia. Por otro lado, siempre hemos estado muy ligados a Qualicer, el congreso que se creó entre el Colegio de Ingenieros y la Cámara de Comercio, y que es un referente.

El aniversario llega en un momento delicado para la cerámica. ¿Qué se tiene que hacer para superar este bache de los costes energéticos?

El problema de los precios desbocados de la energía va unido con el futuro de la energía. Ya sabemos que la energía no bajará de precio, porque hay un horizonte de descarbonizar. ¿Cómo se puede comprar gas barato si luego no dejarán tenerlo? Todas las regulaciones de Europa hacen que la energía sea muy cara. Y encima en nuestro país, el Gobierno no nos defiende como hacen o Italia, a pesar de que somos motor de crecimiento y empleo y exportaciones. Como clúster, la situación es muy delicada. Pero como sector de maquinaria tenemos la tecnología, haremos el cambio y tendremos trabajo, porque seremos suministradores de tecnología para el cambio.

¿Han calculado las pérdidas sufridas por las empresas asociadas a Asebec?

En principio no, porque hemos arrastrado muchas inversiones iniciadas antes de la crisis. Cuando hay cambios profundos, las empresas cambian maquinaria. Con la inkjet cambió todo. Luego con la adopción de los grandes formatos, y los mecanismos para adoptar la máxima eficiencia energética con el precio del gas. Hemos estado en una época de bonanza, pero ahora habrá un freno. Con menos empresas cerámicas, las compañías de Asebec perderán clientes. Por eso se apuesta por la diversificación. Muchas empresas están ya exportando al 80%: sí aquí no hay industria cerámica, nosotros seguiremos yendo a otras partes del mundo, aunque preferimos tener un nicho de mercado al lado de casa.

¿Habrá mucha falta de inversión en España?

Sí. Los italianos tienen incentivos fiscales y copan los mercados más importantes, y ese es un gran problema que afecta a nuestras azulejeras y quienes trabajamos con ellas. Nosotros tenemos que defender a nuestro clúster.

Las tensiones políticas con España han hecho que Argelia corte las relaciones comerciales desde el verano. ¿En qué situación está este bloqueo?

Nosotros estamos en contacto permanente con las autoridades. También nos reunimos con el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, en Alicante. Dijo que el problema se arreglaría y no se ha arreglado. Perdemos ventas, ya que de este país depende el 20% de las exportaciones, y hay sobrecostes aunque puedas vender a través de terceros países. Es un hándicap al que también se enfrentan las empresas de esmaltes. Esto supone más paro y menos economía, que se suma al problema de Ucrania y los países del Este. Todo lo que ocurre en el ámbito internacional repercute en nuestro sector.

Estuvieron en Cersaie y Tecna en Italia, y en unos meses se tiene que estrenar el pabellón tecnológico de Cevisama.

En Tecna, se esperaban muchos compradores, aunque vinieron los de siempre, con lo que se consolidaron mercados. En cuanto a Cevisama, es nuestro mercado natural, jugamos en casa y queremos que haya mucha presencia del extranjero. Apostamos mucho por el pabellón tecnológico, y nuestro mercado natural es el de habla hispana.

¿Cuáles son los nuevos mercados de venta de maquinaria cerámica en estos momentos de incertidumbre?

Enviamos mucho a México, ya que mucho de lo que se fabrica allí se manda a Estados Unidos y esas plantas están creciendo. Ellos no tienen problemas como los nuestros, hay mucho crecimiento. Además, haremos misiones comerciales en México y jornadas tecnológicas para consolidar nuestra presencia. A ello se unen las empresas especializadas en ink-jet, que siguen estando repartidas por todo el mundo.

Hay preocupación por la transición energética. ¿Por qué mecanismos apuesta más?

Ahora estamos en una vorágine, y nos gustaría que la tecnología ya estuviera implantada, pero de momento no es así. Tenemos el hidrógeno, que no está claro, ya que para ello se tienen que destinar mucha electricidad. Luego tenemos el horno eléctrico que ya se implantó en algunas fábricas de Italia y puede ser parte de la solución. Hay que tener en cuenta que es difícil cambiar las cosas, y más cuando hay gente que aun cree que aún queda tiempo para adaptarse.

Muchos siguen apostando por el gas, y no hay inversiones claras. Se investiga mucho, pero hasta ahora es complicado ver este futuro. A lo que se añade que en los atomizadores, con su elevado consumo energético, aún es más complicado llegar al cambio.