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Industria

Editorial | Qualicer, tras la estela de Cevisama

24.11.2025 11:08

CASTELLÓ. Castellón asiste estos días al desenlace de una crisis institucional tan impropia como dañina: la ruptura definitiva entre la Cámara de Comercio y el Colegio de Ingenieros Industriales de Castellón, incapaces (por acción u omisión) de alcanzar un acuerdo que garantice la continuidad de Qualicer tal y como lo hemos conocido desde los años noventa. Lo que hoy comienza a desmoronarse no es solo un congreso, ni siquiera una marca; es un símbolo. Qualicer ha sido hasta ahora el escaparate mundial de referencia en calidad cerámica. Un congreso nacido aquí, impulsado desde aquí y reconocido en todo el mundo por su rigor, su capacidad de anticipar el futuro del sector y por situar a nuestra provincia en el mapa de la innovación industrial.

Lamentablemente, lo que debería haberse resuelto con diálogo, altura de miras y sentido de responsabilidad, ha terminado en el peor escenario posible: del divorcio, a la guerra total. Ambas instituciones tenían en sus manos evitar esta fractura, y ambas han mostrado su incapacidad. No se trata de repartir culpas ajenas ni de señalizar victorias morales; es, simplemente, constatar un fracaso compartido. Un desenlace que, sin embargo, golpea directamente a un tercero que no estaba sentado en esta mesa: el sector cerámico, principal industria de la provincia.

El conflicto por la propiedad de la marca Qualicer (registrada por el Colegio de Ingenieros hace unos años, pero cuya creación y desarrollo fue conjunta desde la primera edición) ha acabado convirtiéndose en un callejón sin salida. La Cámara, con el respaldo unánime de su pleno, decidió este jueves no continuar el congreso junto al Colegio y promover un nuevo evento internacional. Por su parte, los ingenieros recuerdan que los acuerdos firmados les reconocían los derechos de propiedad intelectual y acusan a la Cámara de no cumplir con su parte en la financiación del congreso. Todo ello mientras crecen las tensiones internas, con acusaciones incluso de presiones a miembros de la corporación.

El resultado es inequívoco: Qualicer, tal y como lo conocíamos, queda herido de muerte. Y lo hace apenas poco tiempo después de haber perdido también la feria Cevisama, al menos en su formato original y hoy perdida en una nebulosa. En tiempo récord, Castellón se queda sin sus dos grandes plataformas de proyección internacional. Dos foros que no solo daban visibilidad a nuestra industria cerámica, sino que actuaban como polos de atracción de conocimiento, innovación, oportunidades comerciales y reputación global.

La conclusión es dolorosa y debería llevar a una profunda reflexión colectiva: cuando no anteponemos el interés general a los litigios internos pasan situaciones como esta: una pérdida real para las empresas, los profesionales, los investigadores, los estudiantes... y, en última instancia, el daño reputacional. Nuestros competidores internacionales no podrían haber diseñado un escenario más favorable para ellos.

Aún estamos a tiempo de que algún tipo de cordura recupere lo que ahora parece irreconciliable. Pero para que ello ocurra, hará falta generosidad, liderazgo y un sentido de responsabilidad que en esta ocasión ha brillado por su ausencia. Qualicer no es propiedad de nadie, es patrimonio moral de toda una provincia y de un sector que ha hecho de la calidad su identidad y que debemos cuidar y mimar como merece. Perderlo sería, sencillamente, imperdonable.