Desconectar
Actualidad

L’Alcora recuperará la Real Fábrica del Conde de Aranda

05.10.2016 09:50

El Ayuntamiento de l’Alcora acaba de iniciar el proceso para lograr incluir en el patrimonio municipal una parte fundamental de la historia de la capital de l’Alcalatén, como es el edificio ahora en desuso de lo que fue la Real Fábrica del Conde de Aranda que, fundada en 1727, marcó el devenir del municipio y también de la provincia.

En ella se halla el origen de la industria cerámica castellonense que, incluso, traspasa fronteras y haciendo de la marca l’Alcora paradigma de calidad y prestigio a nivel nacional e internacional.
Para ello, el consistorio encabezado por el alcalde, Víctor Garcia, trabaja desde hace unos meses en la consecución de la gran parcela de unos 9.000 m2 que ocupa este inmueble. Por el momento, y según explica a Mediterráneo el propio munícipe, ya se ha cerrado la adquisición de los primeros 440 m2 del recinto con su propietario, por 154.000 euros.

El objetivo del consistorio, que ha iniciado las acciones para lograr la propiedad del edificio, atendiendo a la moción presentada por Compromís en el 2012 y apoyada por todos los grupos con representación municipal, es restaurar algunos elementos del mismo, como es el caso de los antiguos hornos y la propia fachada. Pero el proyecto no se queda ahí, por cuanto se pretende crear un entorno verde y un centro de interpretación que dé cuenta de la historia y la importancia de la industria cerámica.

IMPLICACIÓN // En definitiva, y según señala el primer edil alcorino, se trata de generar un recinto lúrico y cultural, «que tenga una proyección más allá de la localidad y que se extienda a toda la provincia, como territorio ligado a la producción cerámica».

«Este proyecto es importante para nuestra localidad pero también para el resto de municipios con larga tradición azulejera, porque una parte importante de las comarcas castellonenses viven de este sector y el inicio del mismo se localiza en la Real Fábrica del Conde de Aranda», asevera el munícipe de l’Alcora. «No solo se quiere realizar desde un punto de vista histórico o de sentimiento, sino desde el relacionado con el prestigio comercial e industrial de Castellón en la producción cerámica», añade.

A la hora de hacer realidad esta iniciativa, el alcalde hace hincapié en «el gran papel que ha tenido y tiene la dirección del Museu de la Cerámica, con Eladio Grangel al frente, así como de la Associació d’Amics de este recinto museístico, que promovieron como factor determinante la labor investigadora de Joaquín Cabrera, que dio como resultado la tesis doctoral que, de alguna manera, justifica la intervención que queremos acometer».

Además, el planteamiento de la decisión también va dirigido a atraer visitantes, aprovechando la larga trayectoria de la capital de l’Alcalatén como espacio de un gran prestigio en el sector dentro y fuera de España.

UNA HISTORIA DE CASI 300 AÑOS // A una década de cumplirse el tercer centenario de la fundación, en 1727, de la Real Fábrica del Conde de Aranda, el inmueble todavía mantiene en pie parte de su estructura primitiva, como vestigio de un esplendor «al que l’Alcora no puede dar la espalda», reivindica el alcalde, Víctor Garcia, quien destaca la importancia de «recuperar para el pueblo una parte crucial de su historia, a la que había que hacer justicia».

La proyección internacional de la Real Fábrica del Conde de Aranda se materializa en las extraordinarias piezas que se diseñaron, moldearon, pintaron y cocieron en sus dependencias. Piezas que, en la actualidad, forman partes de valiosas colecciones públicas y privadas de todo el mundo y son objeto de atención preferente en el sector de las antigüedades y del arte, hasta el punto de que la marca l’Alcora es reconocida internacionalmente como sinónimo de calidad.

La manufactura condal nació con una clara vocación de liderazgo y con un planteamiento innovador, casi revolucionario, que reactivó el panorama industrial español de la recién estrenada monarquía borbónica. Aquella fábrica comenzó a andar en unas instalaciones muy notables para la época, con casi 2.000 m2 de superficie, que crecieron de forma gradual y con el tiempo hasta alcanzar los 11.000 m2 a principios del siglo XIX.

La recuperación del edificio fabril que ahora se impulsa desde el Ayuntamiento también tiene su importancia como reconocimiento a la que fuera la mejor cerámica europea del siglo XVIII.