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Industria

Radiografía del sector cerámico: más facturación, menos producción y rentabilidad a la baja

20.04.2023 16:42

Un informe elaborado por Solunion sobre la industria azulejera española constata que esta ha cerrado 2022 con 5.538 millones de euros de facturación, un crecimiento del 14,1% interanual aunque con un decrecimiento de los metros cuadrados producidos de un 15%, con un total de 500 millones de metros de producción.

Según el estudio hecho público esta semana, las exportaciones para el sector cerámico español han tenido un «buen comportamiento» ya que en 2022 aumentaron un 16,6% y ya suponen más del 77% de las ventas totales del sector.

Estas se han visto potenciadas por un efecto precio, pues el incremento del precio medio de venta de exportación ha sido del 34% (hasta los 591 euros la tonelada) en los once primeros meses de 2022.

La demanda

En cuanto a la demanda, el estudio explica que tras un 2021 con cifras récord en términos de demanda, en el tercer trimestre de 2022, el volumen empezó a mostrar signos de debilidad hasta alcanzar variaciones negativas en el segundo semestre de 2022.

Por un lado, la demanda embalsada que dejó la pandemia «pasó a ser historia», y por otro, el consumidor final ha demostrado ser sensible a la importante subida de precios; además, el auge de las reformas ha perdido fuelle y la inflación ha mermado la capacidad adquisitiva, lo que ha reducido el consumo.

El azulejo español, por tanto, «pierde competitividad», ya que el coste del gas ha subido significativamente más en Europa con respecto al resto del mundo. Así, numerosos destinos de exportación han empezado a comprar más producto localmente.

A pesar de todo, el azulejo «parece seguir ofreciendo muchas más ventajas frente a otras soluciones que están perdiendo cuota de mercado como el mármol, la moqueta o la madera», añade el estudio.

Rentabilidad

En cuanto a la rentabilidad en 2022, esta se ha visto negativamente impactada. Según Ascer, solo los costes energéticos se han triplicado respecto a 2020, último año con precios estables de la energía, y la transferencia de dicho incremento al precio de venta ha sido tardía y en un importe muy inferior.

Estima la patronal que en 2022 el coste energético ha supuesto un 45% de las ventas, lo que ha generado «asfixia energética».

Durante 2022, los operadores que no han podido cerrar acuerdos favorables sobre el coste energético se han visto forzados a parar hornos y presentar ERTE y ERE con el objetivo de deshacerse de una parte de su coste fijo.

Los que no lo han hecho «asumen el riesgo de tener un estoc producido con inputs caros en el contexto actual de bajada de precios, lo que les forzaría a vender a pérdidas».

Las empresas que han cerrado a un precio razonable en el umbral de 80€ /MW o inferior han elegido mayoritariamente seguir produciendo y han contado con algo más de margen para absorber las subidas de costes de otras materias primas.

Mientras que el EBITDA medio del top 11 se situó en 2021 en el 14,9% de las ventas (y en un 14,7% en 2020), se espera que en 2022 este llegue a estar por debajo del 10% en numerosos operadores, lo que equivale al nivel más bajo del último lustro.

Expectativas

El 2023 «se muestra esperanzador» en cuanto a la mejora de la rentabilidad, siempre y cuando las empresas sean capaces de mantener las subidas de los precios de venta ya realizadas en un contexto de bajada de costes.

En cuanto a la producción y la pregunta «¿Paramos hornos o mantenemos producción?», según el estudio se trata de «una decisión absolutamente estratégica que, sin embargo, ha forzado a aquellos operadores que no tenían cerrado el coste energético a actuar según la marcha de los acontecimientos, es decir, con una visión muy cortoplacista».