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Diseño

El edificio en Madrid del ganador del Premio de Pritzker de arquitectura

El proyecto, que alberga 176 viviendas de protección oficial, forma parte de la apuesta del arquitecto Chipperfield por repensar el diseño de las ciudades

24.05.2023 08:11

El británico David Chipperfield es uno de los arquitectos más reconocidos del mundo y este año ha merecido el Premio Pritzker, por ser un profesional «prolífico que es radical en su moderación».

Chipperfield aboga por repensar el diseño de las ciudades para superar las desigualdades sociales y reforzar el sentido de pertenencia.

«No estoy desilusionado de las ciudades de ninguna manera, pero creo que el énfasis que tenemos que afrontar ahora en términos de crisis medioambiental y también de crisis de desigualdad implica que tenemos que reconsiderar un poco el diseño de nuestras ciudades, cómo devolverles algo más de humanidad», señala.

En línea con esta visión del impacto de la arquitectura y el urbanismo en la sociedad, su estudio, David Chipperfield Architects, llevó a cabo entre 2000 y 2004 un proyecto de vivienda social en el distrito de Villaverde, al sur de Madrid, en la calle Berrocal. El proyecto, que responde al encargo de la Empresa Municipal de Vivienda de Madrid, forma parte de un programa que persigue la regeneración de construcciones.

Se trata de una construcción con forma de ‘U’ que se extiende por una superficie de 2.000 metros cuadrados y se eleva hasta ocho plantas. La cubierta es de dos aguas y la crujía de quince metros. En su interior, alberga 176 viviendas de protección oficial que cuentan con una, dos o tres habitaciones.

Varias razones hacen de este edificio una construcción muy particular: el primero, el color de la fachada, fabricada en hormigón, y que mezcla tonos variados que van desde el rosa terroso hasta el óxido dando una sensación de vibración cromática.

A lo largo de la misma se encuentran numerosas ventanas, todas del mismo tamaño y forma; el resultado es un juego visual donde el edificio, rotundo y singular, no arroja información sobre el interior al que conducen los cristales. Todo esto, coronado por un tejado simétrico que funde fachada y cubierta, y que completa un ritmo homogéneo en el volumen de las paredes.

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