La sustitución del gas natural por otras fuentes de energía sin emisiones de CO2 es uno de los principales retos que tiene la industria cerámica de Castellón. El primer paso tiene que darse a partir de 2030, mientras que el ambicioso objetivo que se marca la Unión Europea es la neutralidad de carbono. Esto quiere decir que las emisiones de CO2 a la atmósfera deben ser cero. Un paso complejo, que requiere de mucha innovación, y que supone un esfuerzo diferente en función del sector productivo.La cerámica es, precisamente, uno de los que tienen más dificultades para dar este paso, ya que se deben emplear grandes cantidades de electricidad para igualar la energía que genera el gas.
El Instituto de Tecnología Cerámica (ITC-AICE) trabaja en estas materias, y uno de sus últimos documentos ha dado a conocer cómo es el reparto de los focos de producción. El resumen es claro: el clúster azulejero de Castellón se extiende entre la Vall d’Alba, Xilxes y Llucena, pero la producción se concentra en tres localidades de la provincia.
Más allá de la curiosidad que pueda generar este reparto, el mapa tiene una razón de ser muy importante: en los municipios donde hay más hornos es donde más se tiene que reforzar la infraestructura eléctrica, para garantizar no solo la continuidad de la producción cerámica, sino mantener el servicio al resto de sectores económicos y hogares.
El método empleado para hacer este repaso exhaustivo son los datos sobre las autorizaciones ambientales integradas otorgadas a cada empresa, donde quedan reflejados el número de hornos existentes y su potencia.
La recopilación, presentada recientemente por Salvador Ferrer, investigador del Área de Sostenibilidad del ITC, desvela que l’Alcora se mantiene como la zona que concentra un mayor número de hornos, con 69, que suman 439 megavatios de potencia. Además de los hornos de producción, el documento muestra que en la capital de l’Alcalatén hay 39 empresas, 37 atomizadores (equipos destinados a la correcta preparación de las materias primas para la fabricación de cerámica) y 120 secaderos.
La segunda localidad con mayor actividad es Onda, con 60 hornos. Su uso de energía es muy similar al de l’Alcora, con 426 megavatios. Además, hay cuantificadas 31 empresas, 26 atomizadores y 101 secaderos. A una distancia considerable se encuentra Vila-real, con 25 hornos y 183 megavatios.
La cuarta posición la ocupa Sant Joan de Moró, que tiene más hornos que Vila-real (27) pero una potencia inferior, con 178 megavatios.En total, Castellón cuenta con 306 hornos y una potencia de 2.075 megavatios, si bien a esta demanda de energía se tienen que sumar 1.155 megavatios de los atomizadores, y 809 de los secaderos. Todo esto supone «el punto de partida para proyectar las necesidades de electricidad del sector», menciona el estudio del ITC.
El año 2030 ya está a la vuelta de la esquina, y el documento contempla que un 10% de los hornos sean eléctricos para entonces. La potencia eléctrica sectorial deberá ser de 150 megavatios, que cara a 2050 deberá multiplicarse hasta los 1.142 megavatios.
Para hacerlo posible, y con ello mantener la capacidad de producción de la provincia y los empleos que van ligados a ello, será necesario que Red Eléctrica acometa una serie de inversiones para que cerca de las fábricas haya suministro suficiente.
Las primeras actuaciones deberían ser, según el ITC, una subestación en la zona norte, cerca de Vall’Alba, más una ampliación de la ya existente en la Plana y un nuevo transformador en Betxí. Las empresas advierten de que estos trámites son largos y complejos, por lo que será necesario tener sin demora una planificación que permita dar el paso de la descarbonización sin mermar a la industria.