En un momento en el que la competitividad internacional y las tensiones geopolíticas reconfiguran los equilibrios del comercio global, resulta imprescindible poner en valor sectores clave de nuestra economía que combinan innovación, sostenibilidad y fuerte vocación exportadora. Uno de ellos es el sector del azulejo y pavimento cerámico español, cuya relevancia para la industria nacional y su aportación a la riqueza y el empleo merecen una atención especial, particularmente ante los nuevos desafíos que amenazan su recuperación
Esta industria es uno de los pilares industriales más sólidos de España, con especial arraigo en la provincia de Castellón donde se concentra la mayor parte de su producción. No estamos hablando de un sector más: según los informes de PwC elaborados para la patronal del sector, Ascer, en 2023 esta industria generó un PIB directo, indirecto e inducido, equivalente al 22% del PIB industrial de la Comunidad Valenciana y a un tercio del PIB de Castellón.
Su contribución a la ocupación también es notable, con un impacto de más de 71.000 empleos directos, indirectos e inducidos en el último año. Además, es un sector altamente internacionalizado, con un 72% de su producción destinada a la exportación y una propensión exportadora cinco veces mayor que la media española. Producción de calidad, arraigo en el territorio y respeto por el entorno y las personas son los ejes que definen a este clúster industrial.
Tras sufrir duramente los efectos de la crisis de costes energéticos provocada por la guerra en Ucrania y la caída de la demanda en Europa, el sector azulejero español empezó a dar señales de recuperación durante 2024, con un crecimiento del 1,2% en su producción industrial. Sin embargo, este incipiente despegue podría verse condicionado por factores externos, como la evolución de los aranceles en Estados Unidos. Aunque todavía existe incertidumbre sobre su alcance y aplicación concreta, cualquier incremento arancelario representa un riesgo significativo para el sector, que exporta el 13% de su cuota internacional al mercado estadounidense.
La incertidumbre que rodea las relaciones comerciales con Estados Unidos se suma a otra preocupación estructural: la creciente competencia de países como India, cuyas regulaciones laborales y medioambientales son mucho más laxas que las europeas. Esto les permite producir a costes inferiores y vender en Europa a precios que ponen en clara desventaja a los productores españoles, que cumplen estrictos estándares de empleo y sostenibilidad. No es de extrañar que desde Ascer se reclame con insistencia la implantación de cláusulas espejo que garanticen una competencia leal dentro del mercado europeo.
En este contexto de creciente presión internacional y cambios en las dinámicas comerciales globales, resulta más urgente que nunca reconocer la importancia estratégica del azulejo español. No se trata solo de defender un producto de altísima calidad y con profunda raíz territorial. Se trata también de proteger un sector que ha demostrado un compromiso firme con la reducción de su huella medioambiental —logrando disminuir un 61% las emisiones de CO₂ desde 1980—, que ha mantenido el empleo incluso en los momentos más críticos, y que ha seguido apostando por la inversión y la innovación.
Ignorar las demandas de este sector sería un error que este país no pueden permitirse. Escuchar a sus representantes y aplicar políticas que aseguren su competitividad y sostenibilidad no es un privilegio, sino una necesidad estratégica. De lo contrario, podríamos asistir a la paulatina erosión de uno de nuestros sectores industriales más sólidos, llevándose consigo miles de empleos de calidad y una parte esencial del tejido productivo español.